Los bebés son muy graciosos, pero el asunto del pañal huele… mal, muy mal. Los niños pequeños nos derritien con sus gracias, pero el día se hace muy largo y acabamos destrozados. Es una delicia ver crecer a un niño que se convierte en adolescente (qué guapetón/a), pero cuántos quebraderos de cabeza…. Y finalmente se van… Bueno, pues ¡menos mal que tenemos todo ésto! ¿no?
Una vez que ya están aquí, teóricamente ya sabemos que debemos estar disponibles para todo, y son sus necesidades las que se imponen a las nuestras. Sin embargo ésto, que no siempre está reñido con el legítimo bienestar de los padres, a veces se nos olvida…
Me pasó la otra noche una cosa muy graciosa con Manolito, el cuarto de nuestros cinco hijos y el único varón. Manolo es un niño muy bueno y simpático, guapo a rabiar, y que ahora, a sus tres años y medio tiene una media lengua hablando que te derrite de gracia.
A las 4 de la mañana llegó Manolito, cosa muy inusual, diciendo que le duele la barriga y hay que llevarlo a hacer caca, asunto éste más largo que el pipí y con el riesgo de que con el ajetreo se despierte la pequeña. Tras el «tema», de nuevo el nene acostado en cama y el papá inmediatamente a intentar aprovechar las horas…
En torno a las 4´30 aparece de nuevo con la misma historia. Otra vez en marcha y al baño, sólo que en esta ocasión, la caca no sale. Es evidente que se ha desvelado y simplemente está dando vueltas y llamando la atención, de modo que se lleva una ligera regañina y palmada en el culete, siempre lo suficientemente firme para que sepa que está mal, pero sin pasarme, y le advierto de que si vuelve otra vez y despierta a Marta, ¡lo llevaré al garaje! (ni loco, claro…)
Intentando llegar a coger de nuevo el sueño, empiezo a pensar furioso algo así como «vaya leche con el niño, que esta noche le ha dado por fastidiar, como se vuelva a levantar verás…», pero inmediatamente «algo» me dice que he de ser paciente, que demasiado bueno es el niño y una noche ajetreada está dentro de lo normal. Así que esa «advertencia» sobre la necesidad de una dosis extra de paciencia empezó a ganar terreno ante la temida hipótesis de que el suceso volviese a repetirse…